Evita, fue el crisol donde se fundió el nuevo temple de acero de los pobres. Antes de ella La Sociedad de la Beneficencia, integrada por las más encumbradas “damas de la alta sociedad argentina”, eran las encargadas de pagarse — a si mismas y a lo que representaban — con la limosna de una presunta caridad, algún atisbo de conciencia por el descarado saqueo a los trabajadores, largamente despojados para privilegiar la lujuria vergonzante de las “bacanales” de los ricos. Fue ella, la “abanderada de los humildes”, quien puso en claro que a los pobres no hay que humillarlos con beneficencia, sino elevarlos restableciéndoles el ejercicio pleno del derecho irrenunciable a la Justicia Social.
Hoy que determinada prensa canalla y periodistas cipayos de los intereses de los grandes monopolios, bregan por “olvidar el pasado”, es necesario transmitirles a los jóvenes que el peor de los pecados de un ciudadano es olvidar la historia y sus líderes.
Eva María Duarte de Perón, la que luchó por el derecho al voto de la mujer, sustrayéndola del miserable pensamiento de los oligarcas que la consideraban discapacitada para elegir y ser elegida, la fundadora de escuelas hogar, policlínicos, ciudades infantiles, hogares para mayores, hogares para empleadas y para mujeres y niños sin casa (los hogares de tránsito) que “fueron diseñados con el concepto de ayudar y respectar a las personas como individuos, no para almacenarlas eficazmente”. Por todo lo que fuiste, por lo que seguís siendo en la memoria del pueblo, en este otro aniversario de tu nacimiento, brindamos por vos, Evita y alabamos tu grandeza.
Viva Eva Duarte de Perón
Viva la Patria
